Como ya sabéis, cada 24 de octubre se celebra el día internacional de la biblioteca. Nosotros, como homenaje, hemos seleccionados varias frases relacionadas con este espacio maravilloso que colma día a día nuestras ilusiones más hermosas, ese sitio silencioso en el que encontramos respuestas, que invita al pensamiento, al estudio, al disfrute de otro ritmo más pausado y a la vez más emotivo. Eso también son las bibliotecas y en eso esperamos convertir la nuestra. Felicidades a todas las bibliotecas que han existido, existen y existirán.
FRASES RELACIONADAS CON LAS BIBLIOTECAS
“Siempre imaginé que el Paraíso sería algún tipo de biblioteca”. Jorge Luis Borges.
“Ordenar bibliotecas es ejercer de un modo silencioso el arte de la crítica”. Jorge Luis Borges.
“Por el grosor del polvo en los libros de una biblioteca pública, puede medirse la cultura de un pueblo”. John Ernest Steinbeck.
“En Egipto se llamaban las bibliotecas el tesoro de los remedios del alma. En efecto, curábase en ellas de la ignorancia, la más peligrosa de las enfermedades y el origen de todas las demás”. Jackes Benigne Bossuet.
“Si junto a la Biblioteca tienes un jardín, ya no te falta nada". Cicerón.
"Considere el que posee una Biblioteca escogida, por pequeña que sea, que tiene en su casa una compañía de hombres sabios y de agudo ingenio que, escogidos entre las regiones civilizadas, en el decurso de un siglo, han puesto en orden los resultados de su sabiduría y erudición". Emerson.
"Las Bibliotecas son los cementerios de la inteligencia". César E. Ferreyros.
"Decidme cuántas Bibliotecas posee una nación, qué uso hacen de ellas los ciudadanos, y yo os diré cuál es su nivel de vida presente, y qué clase de porvenir le aguarda". Headley.
"Las Bibliotecas encierran medicinas para el alma, como las farmacias para el cuerpo". Máxima egipcia.
Además, nuestra compañera Silvia Gallego nos ha enviado dos magníficos textos relacionados con la lectura que aquí os reproduzco. El primero de ellos está escrito por Pilar López Ávila para conmemorar este día y el segundo es una preciosa reivindicación de los libros que nos deja Álvaro Mutis. Espero que disfrutéis con su lectura.
TORTUGAS GIGANTES DE BIBLIOTECA
Recuerdo que una vez me contaron una historia preciosa. Trataba sobre una persona que llevaba a cuestas una biblioteca. Con su fardo cargado de libros iba a todos aquellos lugares a los que solo había llegado la pobreza, los desastres o las guerras. Repartía libros entre los jóvenes y los niños, y entre los más mayores. Y se quedaba una temporada para que todos tuvieran tiempo de leer sus historias. Así los niños podían soñar con patas de palo y polvo de hadas, alas de mosca y agua de luna; los jóvenes con amores y desamores, con cometas en el aire; los mayores, con otros cielos, otras vidas, otras tierras, con el frágil hilo que une los sueños a la esperanza.
Qué hermosa idea la de poder llegar con una biblioteca a todas partes. Una biblioteca ambulante. Porque una biblioteca se puede llevar en una maleta, en una bicicleta, en unas alforjas o en el fondo del zurrón. Incluso ahora, con los tiempos que corren, hasta en la palma de la mano. O en el bolsillo del pantalón. Qué bella idea la de transportar tu propia biblioteca, y acceder a su contenido bajo la sombra de una encina.
Les revelaré algo que muy pocos saben: las tortugas gigantes son auténticas bibliotecas ambulantes. Me refiero a las tortugas gigantes del Pacífico, las que llegan siempre tarde a todo lo que acontece. Y es que son tan pesadas, es tan lento su caminar, que cuando consiguen llegar ha pasado todo y ya no ocurre nada. Si quieren enterarse de algo han de pedir que les cuenten lo ocurrido. Las tortugas gigantes guardan todas las historias dentro de su caparazón y, al ser tan longevas, mantienen viva la memoria de las islas. Nada queda en el olvido.
En las bibliotecas – ya se lleven en un zurrón, en un caparazón o en una maleta, ya sean estables o ambulantes-, el tiempo parece detenerse. En su interior, las personas deambulan de acá para allá, sin bullicio, cuidadosas. En ocasiones hasta se puede escuchar el murmullo de las palabras volando entre los estantes.
Al entrar en una biblioteca nos transformamos en tortugas gigantes. Tortugas gigantes de bibliotecas. Miramos, buscamos, deseamos comer higos chumbos. Caminamos despacio apartando las prisas. Preguntamos, escuchamos, agradecemos, encontramos, acariciamos con el índice los lomos, tocamos, abrimos. Una lágrima resbala por nuestra mejilla y se detiene en los labios.
Leemos: “ Con su fardo en el hombro recorría los estrechos senderos por los que casi nadie caminaba. Llegaba así con los libros de su particular biblioteca a las alquerías más alejadas, a los cortijos y poblachos de las sierras, perdidos en el tiempo. Y en boca de todos estaba siempre aquella persona cargada de historias y sueños, portadora de esperanza.”
En las bibliotecas descubrimos, aprendemos, nos informamos, sentimos. Vivimos otras vidas. Imaginamos que somos tortugas gigantes. Que guardamos bajo nuestro caparazón las historias que nos han contado, los libros que hemos leído y los libros que soñamos algún día poder leer. Somos auténticas bibliotecas ambulantes… y esa lágrima sabe a mar. (Pilar López Ávila)
Leer un libro es volver a nacer. Es el camino para apropiarnos de un mundo y de una visión del hombre que, a partir de ese momento, entrar a formar parte de nuestro ser. Una lectura disfrutada con riqueza y plenitud es la conquista más plena que puede hacer un hombre en su vida. Hay una condición esencial que hará que este regalo de los dioses sea para siempre.
La lectura debe causarnos placer. Un placer que venga de los más hondo del alma que ha de quedarse ahí intacto y disponible. Esto nos llevará a otro de los dones que concede la lectura y es la relectura. Así, volver a leer un libro tendrá siempre una condición reveladora y es esta: a cada lectura el libro se nos va a presentar con un nuevo rostro, con nuevos mensajes, con otros ángulos para percibir el mundo y los seres que lo pueblan.
Suele hablarse en estos tiempos de la desaparición del libro por obra de tecnologías aparentemente inevitables. Grave error el pensar así. El libro acompañará al hombre hasta su último día sobre la tierra. Sencillamente porque ha sido la más alta representación de la presencia del hombre en el universo.
Cuidemos el libro, amemos el libro, en el libro se esconden las más secretas claves de nuestro paso por la tierra, el más absoluto testimonio de nuestra esencia como hombres. El libro es el mensaje de un mas allá cuyo rostro no acabamos de percibir. (Álvaro Mutis)
Hola, ya te dije que me gustaba tu idea. Por falta de tiempo,la estamos preparando también para diciembre. Ya te contaré.
ResponderEliminar